miércoles, 25 de agosto de 2010

Engáñame porque te gusta, pero no te creo

Basta observar la naturaleza a nuestro alrededor, para comprobar cómo los animales más feroces son extremadamente protectores con sus crías, les enseñan a caminar, defenderse y sobrevivir en un ecosistema que los convierte siempre en víctimas de un depredador mayor.

La familia siempre ha sido en toda sociedad sana, la encargada de educar y guiar a sus hijos en los preceptos sociales y las normas de conducta que deben seguir para será aceptados en la sociedad en que viven como personas de bien. Es en esta célula indisoluble, que se forjará para siempre las características esenciales de la personalidad, que cargara durante toda su vida un individuo. Es entonces inconcebible que una tarea tan importante y necesaria se deje a merced de instituciones estatales que cumplen con los objetivos establecidos por las direcciones y no por las preferencias, deseos y necesidades de la familia. Son muchos los casos a lo largo de estos años en que los niños han sufrido marginación por motivos que han variado desde la religión a la política, recordemos en los años 60 y 70 que ser católico o testigo de Jehová era un delito grande y por esta causa los pequeños sufrían discriminación en las filas de sus escuelas, también hoy si eres hijo de un disidente o luchador por la democracia, puedes ser sometido a las presiones de los maestros y condiscípulos. Vemos que las cosas suceden y nada hacemos por cambiar la cruda realidad, la inanición auto impuesta a la hora de tomar decisiones hace que muchas de las cosas no se solucionen, basta con que se diga que todo se resolverá, para que los interesados con esta simple promesa estén conformes. El cubano es capaz de cualquier cosa por tener un poquito de esperanza que le permita paliar un poco la rutina de la vida diaria. ¿Cual es la diferencia entre una promesa y una mentira?, solo la intención del hablante en cumplir esta promesa o no. Entonces los que nos han hecho tantas promesas sin cumplir durante tantos años ¿Qué son?

Un síndrome de comodidad corroe las capas de la sociedad civil cubana que prefiere que las decisiones sean tomadas por terceros, para poder culpar a otros por los aciertos o desaciertos que resulten de los proyectos. Es más cómodo hablar de las limitaciones de los demás que mirar las propias. Son muchas las corrientes de pensamiento que nutren la policromía de la sociedad civil y para forjar el respeto entre todos estos, para que en el futuro sea la sociedad civil cubana una verdadera democracia, hay que aprender a respetar sin ofender y menos sin marginar las opiniones de los demás, porque si no nos respetamos entre nosotros, como exigirlo a los restantes miembros de la misma. Así como los padres de los cachorros están al tanto de verlos crecer y enseñarles las cosas que necesita para dar sus primeros pasos, los líderes de la sociedad civil, los responsables de proyectos cívicos y en general todas las personas de buena voluntad que han adquirido la experiencia necesaria, deben asumir el rol de padres de la sociedad civil cubana, que no es de republicanos, demócratas, conservadores, liberales o comunistas, es de todos los cubanos. Como hijos deben crecer las organizaciones que se nutren del pueblo, como iguales deben comportarse sus miembros, guías de aquellos que vagan por la oscuridad del limbo existencial y el desconocimiento que sume a una inmensa cantidad de personas en la isla. Estas transformaciones tan profundas deben empezar desde la familia, concientizándola de su papel preponderante en la formación de las nuevas generaciones, donde esta todo el potencial de cambio que necesita la nación. Adoptar su papel rector y transformador de esta generación de pinos nuevos, no es ya siquiera su deber, una necesidad, es una obligación histórica, una deuda creciente que hemos adquirido con la patria y cuyo tiempo de saldarla se hace cada día más apremiante. Nuestra sociedad civil se fortalece, de eso no hay dudas, pero necesita mucho de esas personas morosas que dormitan en la oscuridad para ver qué pasa. Es necesaria la decisión de marchar al frente, de decir lo que sentimos, lo que por tanto tiempo callamos y solo entre amigos decimos y enseñar a los que a nuestro alrededor hacen lo mismo a decir y hacer como nosotros.

Muchos son los fenómenos internos que han roto el mutismo de la sociedad civil, muchos han dotado de voz a esta nación oculta tras una densa cortina de hierro durante tanto tiempo y adaptada a callar. Es quizás este el motivo por el que las sanciones a los que ejercen su derecho a expresarse libremente puede ser de hasta 30 años igual a los terroristas y asesinos, porque la palabra puede a veces hacer tanto efecto como una descarga de artillería pesada. No basta con la solidaridad con estos heraldos de los tiempos modernos, hay que tomar acción y articular todas las estructuras funcionales que hacen llegar a la sociedad civil los nuevos espacios participativos. Todos vivimos bajo una mismo cielo y sobre una misma tierra anegada en llanto por tanto dolor causado por la cárcel de los hijos, de las medidas arbitrarias y el exilio forzado y peor aún de un destierro interior, uno que te remonta a lo más lejano del alma donde tienes que ocultar tus valores, ese es el peor de los castigos. Hay un puente inmenso que une los de aquí con lo de allá y los de más allá, ese puente invisible compuesto de sombras y recuerdos de una nación que reclama su historia, su verdad, su día a día.

Llegará el momento sin dudas en que sentándose en una misma mesa, redonda, cuadrada o triangular, la sociedad civil cubana ponga en el tapete sus esperanzas y sus proyectos futuros, las acciones que realiza para lograr la madures del resto de los hijos rezagados y perezosos. La cultura cívica nace de los pueblos, de la sociedad civil en si con sus propias experiencias acumuladas, no se exportan o se imponen. Los grandes ojos de la sociedad civil se abren a la vez que los ojos de los ejecutores de ordenes de “más arriba” miran a otros lados, no sé si por hastió o por ansia del esperado cambio social. Cada día la verdad se abre camino a pasos agigantados y los participes de esta nueva historia nacional se apresuran a escribir sus notas en el muro indestructible de la realidad. Y nada que cuando por azar se tropiezan con uno de esos funcionarios que pretenden dormirte con uno de los conocidos cuentos, se le responde con una frase jocosa como la de “Engáñame que te gusta, pero no te creo”

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