miércoles, 25 de agosto de 2010

Feria de Vanidades

Todo estado tiene reservado el derecho de tomar medidas ante situaciones disimiles, para preservar ante la opinión pública, ciertos detalles de su funcionamiento interno, para garantizar la integridad de empresas u otro miembro del estado. Los detalles se manejan de manera discreta para ser develados en cierto momento. Hay informaciones sensibles que al ser publicadas, el mundo ha conocido que aun tras los eventos más diversos, aislados e insignificantes, siempre ha estado la mano poderosa de grandes potencias mundiales, esto se le llama estrategia, puede ser a la hora de cambiar el curso de la economía, crear una crisis, una revolución o una guerra. Las estrategias no siempre son las mejores y los pueblos democráticos del mundo, han exigido cuentas por las equivocadas. Es hasta cierto punto aceptable, que en un momento crucial de la historia, se oculten ciertos datos que de conocerse por un enemigo real, cambiarían el curso de los acontecimientos. Lo que no se entiende, es él porque se abusa de esta potestad que tienen los gobiernos, para manejar públicamente los datos que según ellos se pueden llamar comprometedores. El gobierno cubano no solo esconde los datos comprometedores, los oculta todos, transforma la historia según la conveniencia de las altas esferas del estado y para esto se sirve de un grupo de profesionales que al decir de Martí, brindan su pluma al mejor postor. En esta vorágine de manipulaciones son muy escasas las fuentes confiables a las que se puede citar a la hora de obtener una información sobre determinado tema. Estas limitaciones emparejadas con el temor bien fundado de los dirigentes gubernamentales a perder sus prebendas si sale alguna información que los comprometa y se le puede asociar con ellos hacen difícil cualquier trabajo serio. Incluso el código penal vigente recoge artículos específicos, referentes a las “Violaciones del secreto de estado”, y llámese secreto de estado a las estadísticas de cuantas escobas se produjo en una cooperativa.

El aumento creciente de la burocracia y los burócratas, lejos de traer beneficios, tarda aún más de lo entendible cualquier trámite legal que realice un ciudadano cualquiera, por ejemplo, la tramitación de actualizar una propiedad de vivienda puede durar años, por la simple espera de la visita de los encargados de realizar la visita de verificación.

Los datos estadísticos y los resultados de los planes de producción locales generalmente se alteran, los motivos son conocidos, aparentar lo que no es, porque aunque no te den recursos y materias primas, el transporte se atrase, y la entrega jamás llegó a tiempo, tienes que producir.

Un aspecto que ha afectado gravemente la credibilidad de los negocios en la isla, ha sido la salida gradual de varios empresarios e inversores extranjeros, los que tras vivir la amarga experiencia de que se le congelaran sus fondos en divisa depositados en bancos cubanos, decidieron marcharse a seguir siendo estafados, ¿con que derecho se puede disponer de lo ajeno? Aún los dirigentes cubanos deben aprender a cumplir con los contratos, los pagos y los términos, porque el comercio no se resume a coger lo que te venden y no pagarlo nunca, quizás aún viva en la mente calenturienta de algunos el fantasma burlón del CAME, cuando se cambiaban todo tipo de productos a negocio de lealtad y obediencia política.

Han sido muchas las transformaciones aplicadas al sistema empresarial cubano a lo largo de todos estos años, pero ninguna de ellas ha dado el resultado previsto. El pesado e ineficaz andamiaje de la empresa centralizada y sobreprotegida, en extremo subsidiada, solo ha demostrado que los planes quinquenales, los perfeccionamientos y todos los demás, han sido un intento más de salvar un barco que ya hace agua y está condenado al naufragio. La economía necesita de la libre empresa, de flexibilidad y cierto grado de independencia a la hora de la gestión y la planificación, única vía de sobreponerse a las crisis y crecer según los cánones del mercado internacional que rigen las normas de la economía. Unas estructuras viciadas y corrompidas, son incapaces de sustentar un estado. A todos los niveles existe una especie de complicidad, que facilita la manipulación de elementos delicados de todas las esferas de la vida nacional. La falta de principios de algunos dirigentes y la aplicación de las “estrategias” que impiden al enemigo y a los nacionales conocer los indicadores del crecimiento real de la nación, hacen posible que se cubra con una densa cortina de humo la cruda realidad cubana.

La inmensa corrupción, que hace caer desde obreros a ministros, unos más estrepitosamente que otros, es uno de los jinetes del apocalipsis que actualmente vivimos en la isla. El mercado negro o alternativo, ha ido supliendo en cierta medida, las carencias y limitaciones de la red de distribución minorista, es asombroso como un reducido grupo de personas a las que se dio un pequeño espacio de libre empresa, hayan podido levantar una economía que tocó fondo en 1990. ¿Por qué no se permiten nuevas y más amplias libertades? La respuesta quizás esté en que la libertad económica, la independencia del estado paternalista y sobreprotector de sus intereses, significa libertad de expresión, de acción y de pensamiento, y eso es lo único a lo que no está permitido el acceso en la isla, a cualquier tipo de libertad.

Esta agravada situación económica a propiciado el éxodo de profesionales de todas las esferas, que abandonan el país por cualquier vía, incluso para trabajar de limpia pisos en otra nación, donde hasta al personal de mantenimiento se le respeta y se le paga por lo que hace.

Los artífices de esta gran obra que se representa por más de 50 años y que muchas veces se cree, han sabido manipular muy bien la opinión de los amigos. Si es necesario costear una campaña, pagar un documental o invertir millones en enviar hospitales, médicos o soldados a áfrica o Suramérica, se hace. Esta es una manera diplomática de cubrir el pastel, para que bajo el merengue, no se vea que para el cubano la masa no es suave, ni de harina de trigo, sino de concreto y amargura.

Las cosas aquí no son lo que parecen, pregúntenle a cualquiera de los cubanos que esperan horas en la antesala de una concurrida consulta médica, a los que ingresan en hospitales cuyas sabanas están sucias y manchadas, al que espera meses por una resonancia magnética, a los ancianos que tienen que sobrevivir con cinco libras de arroz para treinta días, a los que aún conservan en la memoria la terrible huella de la guerra de Angola. Pregúntele además a los de las élites ¿Por qué se aferran al poder?, ¿Por qué prefieren ver perecer a un pueblo antes que verlo libre?, y de paso que nos digan hasta cuando pretenden continuar intentando engañar a todos con la exhibición grotesca y dolorosa, sobre todo para los cubanos, de esta feria de vanidades.

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