martes, 21 de diciembre de 2010

Nuestro Camino

Nuestro Camino

Pocas veces puede el hombre soportar el encierro y la falta de libertad espiritual y física en silencio. Hay un geniecillo que habita en el alma de cada persona, aún sin que esta se de por enterada, y que susurra a sus oídos el himno glorioso del ansia de libertad. La llama de la pureza y  la independencia siempre han guiado el destino de los hombres, más aún en esta tierra bendecida por el calor del trópico, donde el guajiro ama su terruño como a la sangre misma de los suyos, y para arrebatárselo hay que matarlo literalmente. Cuando al campesino se le intento privar de sus derechos elementales por una odiada metrópoli, cambió el machete de trabajo en una poderosa arma de guerra, eficaz en si por el valor con que la empuñaban sus gladiadores. Siempre que un yugo ha mancillado la frente altiva del pueblo cubano, el pueblo mismo a sabido sacudirlo tan fuerte, que han caído para siempre las cadenas oprobiosas.
La vieja generación yacía aletargada en una modorra, que le hacia perder cada día las capacidades de levantarse y pedir por lo suyo. Han sido muchos años de anestésicos y de curas superficiales, que ocultan bajo la capa de la sutura, la fetidez de la enfermedad ponzoñosa, que corroe el alma misma de los pueblos cuando carecen de libertad. La mentira transformada en forma de comunicación, la coexistencia con los causantes de tantos males y el adoctrinamiento masivo han hecho mella en la entraña del pueblo. Pero una nación es como un ave fénix que renace cada vez de sus cenizas, y una nueva generación enarbola hoy el estandarte glorioso de la patria renacida, porque no hay nada más glorioso en la historia de los pueblos, que cuando la sociedad civil empieza a darse cuenta de que necesita cambios y los busca, los planifica, los realiza con sus contratiempos, sus tropiezos y sus aciertos. No existe manual más efectivo, ni más memorable que el que se escribe con la experiencia de la lucha diaria. No hay receta que le quede igual a dos cocineros aunque utilicen los mismos ingredientes, el toque personal, el que te dice cuando la mezcla está a punto de caramelo, esa experiencia es única para cada cual. Desde tiempos de Martí se está llamando a la unidad, pero el alma del cubano es demasiado altiva a veces para reconocer que se equivoca o tomar consejo de aquellos que el tiempo ha pintado su pelo de blanco. Es necesario bajar a veces la cabeza y decir ¡me he equivocado!, ¡cuanto lo siento!, no es necesario pensar todos igual, cuando se busca precisamente la pluralidad del pensamiento y la acción, la discusión efectiva y fructífera. Quizás el mensaje no sea crear una masa disconforme y tirante cada cual a sus lados, el mensaje seria mas bien ser como esa calle empedrada de la habana vieja, con sus miles de pedruscos similares pero distintos, únicos cada cual en su textura, su origen, su consistencia, pero que todos juntos han visto pasar a los ingleses, la república, los guerrilleros de Fidel y ahora a los que buscan una patria mejor y que estamos seguros que verán pasar a los que corran alegres vitoreando la nueva Cuba.
No importa el paso del tiempo, el hombre siempre es el mismo en su esencia, desde Plutarco, Cicerón, Aristóteles y todos los grandes filósofos que dieron forma al pensamiento y a la verdad. En cada persona siempre estará viva la llamarada de la libertad, no importa donde esté, si en el exilio, en la cárcel o transite en esta prisión mayor donde perecen los años pero no las ilusiones. El hombre es esa arcilla que se moldea y que algunos oportunistas, en ciertos momentos de la historia han encasillado en moldes prefabricados, pero su naturaleza de ente libre nunca se perderá. Hay que crear nuevos artistas que en la sociedad civil trabajen con la materia prima fundamental, los hombres que hacen el futuro, no adoctrinar nunca, para no parecernos a los viejos artesanos que vendieron su arte al mejor postor, a cambio de una antena parabólica, un auto o unos cupones para cenar gratis en algún hotel. Llevémosle a esta sociedad que toma forma, un mensaje claro como esta agua que ayuda a crear la mezcla en que se ablanda la arcilla, seamos transparentes, que el brillo de nuestras obras sea quien hable de nuestro trabajo, con eso basta, no es necesario perder nuestra identidad, cambiar a la forma de pensar de republicanos, demócratas, conservadores u otro cualquiera, siendo nosotros mismos avanzaremos más, nadie tiene la obligación de ser imagen y semejanza de nadie, basta con compartir ideas afines y respetar las que no compartimos.
En estos momentos tan importantes en que se desarrollan cambios bruscos en todas las esferas nacionales e internacionales, hay que ayudar a los que no saben encontrar su lugar, brindarle la mano a los desorientados sin exigirle nada en pago, la sociedad civil ha echado a andar, su paso es indetenible, los tiempos de cambio se respiran como el salitre a la orilla del mar, existirán muchos equívocos, pero de cada tropiezo nos levantaremos, porque al final hemos esperado por esto mucho tiempo, y ya es hora de que juntos hagamos nuestro camino.      





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