miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Ahorrar, de qué manera?


Por: Juan G. Barrios Planas.

Hace apenas unos días, en que pasando cerca del reloj que marca los kilowatts de corriente, que hemos consumido durante el mes, por poco sufro de un infarto, al ver la inmensa velocidad que tenía este aparato. Lo primero que pensé fue que estaría roto, así que ni corto ni perezoso me dirigí a la sucursal de la empresa eléctrica de mi localidad, después de un rato ya había llenado algunas planillas solicitando la visita de un supervisor, que revisara aquel disparatado instrumento de medición. La visita no llegó hasta el otro día por la mañana, en que un atento inspector de la empresa eléctrica, fuertemente equipado de varios instrumentos para mí desconocidos, midió, observó y por fin resolvió de que el reloj no tenía ningún tipo de rotura, que la causa por la que el contador giraba tan deprisa era sencillamente porque consumía demasiada corriente eléctrica. En realidad esto me preocupó, ya que la cuenta que viene en los recibos mensualmente ha ido aumentando, y este fenómeno fundamentalmente ha ocurrido después de que hacemos todas las cosas de la cocina, con esos dichosos calderos que nos entregaran durante la llamada "revolución energética". Todavía recuerdo aquellos tiempos en que tenía mi cocina pique, cocinaba con keroseno, petróleo, y cuanta cosa ardiera, cuando no había alcohol se precalentaba con el mismo petróleo. Ahora estamos condenados a cocinar una hornilla eléctrica, que contrario a lo que se dice que es un equipo de alto consumo eléctrico, ya que los reguladores automáticos que encendían y apagaban este equipo ninguno funciona, sumando a esto la mala calidad que tienen las resistencias, las que aproximadamente una vez al mes hay que sustituir al precio de 45 pesos, eso cuando las hay, porque casi siempre están en falta y hay que hacer enormes colas para poder resolver. Quiere decir de aquellas jarras y calentadores eléctricos, de lo que sólo queda el recuerdo porque era tanto el calor que desprendían, que terminaron calcinadas en poco tiempo. Las ollas arroceras y la reina de la cocina cubana, marchan a la par en el consumo eléctrico, derrochando la energía que sale tan cara poder generar. Son muchos los refrigeradores que ya están picados, otros han perdido las puertas del congelador e incluso la puerta principal ya no cierran bien, esto provoca una pérdida del frío que repercute en el consumo de energía. Más que justificado está la velocidad con que corren los relojes, entonces hay que preguntarse, a quien se le ocurrió la magnífica idea de toda ésta llamada "revolución energética", que en vez de traer ahorro ha traído despilfarro. Las amas de casa no tienen otra opción que cocinar con estos equipos que se le han dado, la mayoría de las mujeres cubanas, tienen que cocinar en el horario pico ya que son trabajadoras, o por el contrario la comida hay que hacerla lo más cerca a la hora de consumirla para por lo menos engañar el estómago. Es hora ya que se está haciendo tantos análisis sobre temas económicos, que se analicen no la forma en que se va ha cobrar el sobrecargo del consumo eléctrico en los hogares, sino llegar a la causa de lo motivan. No necesitamos más inspectores que busquen si alguien está robando algunos kilowatts de corriente, necesitamos gente consciente del problema real que existe, buscarle una solución viable a este problema del sobreconsumo de estos equipos. Es cierto que quizás para alguna persona que tenga la posibilidad económica de suplir estos gastos de consumo eléctrico, los equipos vendidos por la "revolución energética" sean de gran utilidad, pero para el obrero, el trabajador, o la ama de casa que tiene que pagar una cuenta de consumo que excede en ocasiones sus ingresos, de seguro no ha sido la mejor opción, por eso no es raro que cuando el esposo asustado al ver el recibo de la corriente le exija a su mujer que tiene que ahorrar, ésta le responda con una interrogante ¿ahorrar, de qué manera?.


Juan G. Barrios Planas.
Pinar del Río.
Miembro de la sociedad civil.


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