miércoles, 2 de febrero de 2011

Violencia, causas, culpables y culpados.


Por: Fernando Martínez Calzadilla.

La noticia corrió como pólvora por todo el pueblo, habían asesinado a Lorenzo, apenas eran las seis de la mañana, cuando un joven por motivos de celos, se lanzara sobre el hombre cincuentón y clavándole un inventado instrumento, le había segado la vida a un hombre trabajador.  Cosas como estas están ocurriendo a diario en todo el territorio de la isla, al igual que suceden en cualquier otra parte del mundo. Habría que preguntarse entonces, ¿por qué suceden hechos de esta envergadura y nunca se conocen las causas y los sucesos como son en realidad?,  hay que conformarse solo con los retazos de noticias que traen los chismes, que a la larga son un amasijo de imaginación y tergiversación, como se dice por ahí “en el pueblo del lado no se sabe lo que pasa en este de aquí”.  No se pretende que se habrá una página roja al estilo de los diarios sensacionalistas, bastaría con dar a la sociedad los detalles de las agresiones y educarlos, no con los programas de TV, como los seriales policiacos, donde solo trabajan héroes superdotados que todo lo resuelven al instante, la envidia segura del detective Holmes.
La violencia es una realidad que corroe el mismo tuétano de la sociedad cubana y el primer paso para combatir y erradicar este mal es reconocer que existe, que no vivimos en la sociedad ideal y que todos desearíamos, que la nuestra a pesar de los esfuerzos de muchos aún dista bastante de ser paradisiaca.  La violencia es una forma actual de comunicación atrofiada por las experiencias traumáticas, a las que los sujetos están sometidos a diario. Esta intimidación a la que pretendemos someter a los semejantes en todo momento, es un mecanismo de defensa, una proyección para protegerse de los potenciales depredadores en esta jungla que se vive en la actualidad.  La violencia es algo con lo que la mayoría de los jóvenes se cría y convive a diario en las casas y las escuelas. Apenas el niño abre los ojos comienza a ver a una madre humillada y maltratada por un padre alcohólico y abusivo, producto de las mismas carencias espirituales y materiales del sistema. Presencia el impúber los diarios conflictos que llegan al maltrato físico y la tortura psíquica que es peor,  entre los representantes de las múltiples generaciones, que se ven obligadas a convivir en un reducido espacio habitable, construido hace siglos, por quien pretendía forja una familia y que se aventuro con el dicho de que “quien se casa, casa quiere”. La carencia de estructuras que hagan verdadero frente a estas violaciones y en la mayoría de los casos, la inoperancia y la indolencia de las existentes, son las principales causas de la indefensión de las víctimas de los abusos, las que son mujeres en su mayoría.
Los infantes se ven sometidos a una gran presión, al tener que soportar un gran desgaste mental por estas experiencias traumáticas, que a la larga, solo dan como fruto a un individuo carente de afectos y con una personalidad problemática. La familia cubana por idiosincrasia valora a los psicólogos y psiquiatras como médicos para locos, esta es otra causa real, para que muchos pequeños y jóvenes, que pudieran ser atendidos por violencia en el hogar y obtener resultados positivos, no asistan nunca a ser tratados con un especialista, y ya cuando la persona cae en manos de la ley por cualquier delito cometido, se inicia un camino que raras veces tiene retorno.
Cuando se ingresa al sistema de educación, se integra el joven o el niño a una atmósfera completamente nueva y aterradora, donde los conceptos de responsabilidad y normal desarrollo se han perdido en gran medida y tiene que adaptarse o resignarse a ser la oveja negra de la escuela. La guía de profesores preparados es menos frecuente en estos días, la rectitud ante el estudio se ha cambiado por la necesidad de intercambiar los conocimientos por algo, que puede ir desde dinero, ron, comida a favores sexuales de los alumnos y alumnas, en esta nueva escuela todo está permitido, desde el consumo de alcohol, cigarros y cuanta cosa es suministrada por sujetos inescrupulosos. Es en este caldo de cultivo propicio a cambios, donde se muta la personalidad de nuestras nuevas generaciones, que aprenden a calcular, viendo cuantos dólares ganan por una transacción por vender cualquier cosa o en cómo está el cambio del euro por el chavito.  ¿Qué papel juegan en todo esto de prevenir, las organizaciones estudiantiles?, en este caso particular, cuando se reúnen los dirigentes estudiantiles, jóvenes todos, las reuniones se extienden por horas analizando asuntos que jamás se resolverán y otras tantas alabando lo bien que esta todo, pero de la verdadera cara del problema, de la parte fea, pocos se atreven a hablar y si lo hacen sucede como al joven de la UCI, ya ustedes saben, ¡Candela con él! La política de mantener a la sombra la podredumbre, es algo que cada día se hace más difícil de realizar, pero los esfuerzos no se escatiman, no se le puede dar al mundo la errónea idea de que en el país de las maravillas, Alicia no es feliz y los jóvenes tienen tantos problemas, como los tienen los de otro lugar en el mundo.  
La falta de alternativas para una diversión sana, lejos de las discotecas o lugares por divisas, crean un profundo conflicto entre lo que se proclama y lo que se vive. Si no tienes divisa, porque te pagan con una moneda desvirtuada y apenada, como puedes entonces entrar a un lugar al que solo puedes acceder con el peso fuerte.  No existe un interés creado a visitar sitios de utilidad cultural, la política lo ha absorbido todo, los cines, exposiciones de arte, museos y los otros lugares que no es necesario un desembolso muy grande apenas existen, la costumbre de salir simplemente a caminar o conocer otros lugares no se puede practicar, por ejemplo, si viajas a la habana a conocer el capitolio o la Habana Vieja, toda una horda de policías se encargaran, bajo la atenta mirada de las cámaras de vigilancia, de hacerte sentir como un criminal o un emigrante en tu propia capital. La mayor responsabilidad del desarraigo cultural y la pérdida de los valores históricos locales, recae en los dirigentes comunitarios, en todos esos que prefieren asumir el rol de observador a el de participe y gestionar por sus electores, algo que beneficie a la mayoría.  A su vez y a pesar de la carencia de alternativas, el estado amplia constantemente el marco sancionador de leyes arbitrarias que como la conocida por “Peligrosidad Social” envían  miles de jóvenes a prisiones, que lejos de reeducarlos como anuncia su eslogan, deforma para siempre la personalidad de la persona, dejando  perennemente una profunda marca que jamás se podrá borrar, porque no se dé otras, pero la prisión cubana es una experiencia traumática. Eventos desgraciados y desafortunados, han convertido a personas sancionadas a penas de 3 a  5 años, en reclusos que cumplen 30 años, cuando podían haber sido salvados si el tribunal hubiera tenido en cuenta otras alternativas. Este sistema que no reeduca, solo trae como consecuencia la reincidencia de los ex reclusos en los centros penitenciarios, consecuencia verdaderamente nefasta.
El índice de criminalidad y de delitos que vincula la violencia en la comisión del hecho, ha aumentado considerablemente a la par de delitos de índole sexual violentos. La causa indiscutible es la pérdida de valores de la sociedad y la utilización de estos eventos como muestra y vía de escape al estrés a que están sometidas las personas.
No hay ninguna causa que sea capaz de justificar un acto violento, pero quizás haya muchos más culpables en un mismo hecho, que el sancionado por él, porque delito es dejar que una persona tome un camino equivocado cuando podemos salvarla y lo empujamos a él con nuestra apatía, no educarla en los preceptos de la ética y la moral, anteponiendo los principios políticos a los humanos. Culpable, es quien no deja a su pueblo otro recurso para malvivir, que el robo y la malversación de los recursos que a su custodia se entregan, quien envía a niños de 15, 16,17 años a centros de menores, que lejos de educarlos los destruyen psíquicamente, criminal es también  quien vende alcohol y castiga al ebrio y lo critica públicamente, más malhechor es quien no prevé, previene y está atento al buen desarrollo de todos los ciudadanos sin distinción alguna.
Entonces a la hora de valorar los criterios de testigos, jueces y partes en un juicio, deberían profundizar en la investigación sobre quién es el verdadero culpable, el acusado o el que permitió de manera deliberada que llegara allí, permitiendo que un pueblo entero se vea asolado por el más cruel de los demonios, la violencia.    

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