miércoles, 23 de febrero de 2011

Carta Abierta a Cubanos y Cubanas.

Carta abierta a los cubanos y cubanas.

Yo no me considero una amenaza para nadie, menos para mi país. El hecho de buscar para esta maltrecha isla, una manera alternativa de llegar a un verdadero estado de derecho, donde no se pongan los intereses elitistas por encima de  los del propio pueblo, no hacen de mi una persona peligrosa en ninguna forma, menos cuando las armas que siempre he utilizado han sido las palabras. Soy parte de una mayoría que se pretende insatisfactoriamente vestir de minoría, ocultándola detrás de infames nombres y dolorosas calumnias. Pobre del gobierno que tiene que buscar en su pueblo, la obediencia por medio del temor y el miedo, que como malvada madrastra, impide a los que debía proteger y cuidar, alcanzar su desarrollo pleno. Soy miembro de una sociedad civil que se alza como un torrente indetenible de esperanza y fuerza renovadora, somos sometidos a las más disímiles presiones por parte de las fuerzas especializadas del Ministerio del Interior, que lejos de ser el guardián, se ha convertido en el carcelero del pueblo, un pueblo que prefiere perder la vida en las aguas del estrecho de la florida, a permanecer en esta vida oprobiosa y mancillada. 
Hace unos días, específicamente el 16 de febrero de 2011, fui detenido en plena calle por operativos de la policía y la seguridad del estado y conducido a su sede en Pinar del Río. El motivo aparente fue el interés en conversar sobre una publicación que dirijo actualmente, el Semanario Nuestra Voz, el motivo real es la preocupación que se dibujaba en los rostros de estos oficiales, porque exista una nueva publicación alternativa, que sea vocero de la sociedad civil cubana. Que habían sido permisivos dicen con nuestra revista bimensual Renacer, nosotros no queremos que sean permisivos, queremos sencillamente que se nos respeten nuestros derechos a decir y escuchar, a tomar nuestras propias decisiones sean buenas o malas, corriendo nosotros el riesgo humano a equivocarnos.
Ya no corren aquellos tiempos en que solo pensar en cambios era un delito, en que la autocensura impuesta desde edades tempranas, hacían su efecto en toda la población, alucinada aún por los destellos de la revolución. Hoy las personas comienzan hablando en un susurro y poco tiempo después gritan sus verdades.  Ya llegó la hora de ponerle nombre al verdugo y al juez que firma la orden, a sabiendas de que es injusta e ilegal, es cobarde  quien calla frente a la injusticia, con pleno conocimiento, de que su actuar no es correcto. 
Ya llegó la hora de los valientes, de caer uno y levantarse miles, la sociedad civil cubana necesita de todos para construirse, y los unos apoyan a los otros, como la hermandad en que todos son iguales y diferentes.
Esta carta abierta, es la manera de decir al mundo que en mi país, el pensar y actuar diferente a las normas de la élite que nos gobierna, es motivo suficiente para ser una amenaza pública, e ir a prisión. Y que miles de cubanos al igual que yo, estamos dispuestos al sacrificio que sea necesario para dar a nuestra patria su ansiada libertad. Cuatro años de mí vida perdí por pensar como pienso, pero la convicción en lo que hago, y los logros de estos años justifican con creces lo sufrido y lo que esté por sufrir.  Mi mayor compromiso en estos momentos es con Cuba, aquellos que hagan lo que hagan por impedirlo, mancharán sus manos con un hombre inocente, ya su conciencia les dirá que más allá de ideologías y beneficios, existe algo más etéreo que es el compromiso sagrado para con la tierra que nos vio nacer y languidece bajo el oprobioso yugo.
Fernando Martínez Calzadilla
  Director de la revista Renacer y el Semanario
   Nuestra Voz. PCL.

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